HERBARIO EN SUMAPAZ: NUESTRAS EXPERIENCIAS
SUMAPAZ
"Palabras que querían ser escuchadas y herencias que querían ser transmitidas"
SUMAPAZ por Carlos Pardo
Tenía
entendido que Sumapaz era un lugar único donde habían frailejones que producían
agua, unas plantas importantísimas en el ecosistema del páramo, también había
escuchado que este territorio había sido marcado por la violencia y la guerra
que tanto daño ha causado en Colombia, así que la primera vez que fui tenia cierta
predisposición. Camino a Sumapaz pasamos por una gran laguna donde un cabildo
realizaba una ceremonia de armonización, allí esta comunidad nos recibió y compartió
sus cantos y sus medicinas naturales no solo para el cuerpo sino que también
para el espíritu tanto de nosotros como de la laguna, un territorio Muisca que
hoy era intervenido por el Cabildo Ambika Pijao quienes habitan Usme pero hacen
este recorrido hasta Sumapaz para encontrarse con la madre Ima. Un momento de
reflexión y de sentir a profundidad como la madre naturaleza nos provee todo,
no solo el aire y el alimento necesario para la vida sino que también de su amor y armonía para limpiar y sanar lo que nos es imperceptible en
el diario vivir. En este territorio la
conexión es más espiritual, se logra sentir el equilibrio de la naturaleza.
Logramos
empezar el recorrido de una manera formidable, nos sentíamos con mucha energía
y a pesar del frio y del gris del paisaje, nuestra fuerza interior se encontraba
revitalizada, fueron horas de carretera, a medida que avanzábamos veíamos como
el paisaje se llenaba totalmente de frailejones, de humedad como si viajáramos
entre una nube. Sumapaz suena a misterio y agua, por todas partes afloraban fuentes hidricas, brotaba de una manera mágica, fue imposible no probar aquella
agua pura y fría, sin embargo la persona que nos guiaba advirtió que “esa
agua nos podía desconocer y sentar mal” así que pare de inmediato, siempre
sentí espiritualidad en este territorio. Al llegar a nuestro destino
compartimos la palabra y alimentos con la comunidad, lejos de lo que pensaba,
la comunidad no estaba prevenida, más bien nos recibió con amabilidad y
logramos compartir experiencias de medicina ancestral en un territorio que se ha
transformado con el tiempo y se ha convertido en una zona de reconciliación y convivencia.
SUMAPAZ por Lorena Hernandez
Viviendo tan apegada a la urbanidad no pensaría que Bogotá tuviera zonas rurales. Pero al estar inmiscuida en este proceso me di cuenta que la ruralidad es lo más grande que tiene nuestra ciudad. Casi siempre se nos ha manifestado que Bogotá son solo casas, trabajo, transportes senderos en concreto para vivir "civilizadamente" con lo último en tecnología, marcas de todo tipo,el sueño "Colomboamericano" donde puedes lograr “lo que sea”, siempre y cuando estés en la ciudad. Pero cuando fui a Sumapaz por primera vez tuve mil sensaciones en un instante, me sentí minúscula al encontrarme frente a uno de los páramos más importantes de nuestro país y creo que del mundo. Ese espacio tan húmedo, tan frío, albergaba más que frailejones y agua mucha agua pura, tenia historias de personas que vivían desde muchísimo tiempo atrás, con anécdotas fuertes sobre la violencia que sigue azotando a nuestro país, ojos que miraban con desconfianza a cada persona que pisara su territorio y sin embargo me encontré también con muchas sonrisas, con palabras que querían ser escuchadas y herencias que querían ser transmitidas. Estábamos en un espacio de reserva en donde no eran bien vistas ciertas practicas ( el turismo) que ya están normalizadas culturalmente cuando llegas a un lugar, pero que para ellos representaban lo que ellos no permitían en su territorio y lo que eran capaces de lograr por su territorio aún con diferencias latentes entre ellos mismos. La vida se deriva de pequeños instantes, momentos minúsculos que no vuelven y que a pesar de las dificultades siempre te van ayudar a crecer y trascender, eso es lo que representa sumapaz para mi, un lugar de constante cambio pero que sigue preservando su cultura y sus costumbres, sigue construyendo su esencia.
Viviendo tan apegada a la urbanidad no pensaría que Bogotá tuviera zonas rurales. Pero al estar inmiscuida en este proceso me di cuenta que la ruralidad es lo más grande que tiene nuestra ciudad. Casi siempre se nos ha manifestado que Bogotá son solo casas, trabajo, transportes senderos en concreto para vivir "civilizadamente" con lo último en tecnología, marcas de todo tipo,el sueño "Colomboamericano" donde puedes lograr “lo que sea”, siempre y cuando estés en la ciudad. Pero cuando fui a Sumapaz por primera vez tuve mil sensaciones en un instante, me sentí minúscula al encontrarme frente a uno de los páramos más importantes de nuestro país y creo que del mundo. Ese espacio tan húmedo, tan frío, albergaba más que frailejones y agua mucha agua pura, tenia historias de personas que vivían desde muchísimo tiempo atrás, con anécdotas fuertes sobre la violencia que sigue azotando a nuestro país, ojos que miraban con desconfianza a cada persona que pisara su territorio y sin embargo me encontré también con muchas sonrisas, con palabras que querían ser escuchadas y herencias que querían ser transmitidas. Estábamos en un espacio de reserva en donde no eran bien vistas ciertas practicas ( el turismo) que ya están normalizadas culturalmente cuando llegas a un lugar, pero que para ellos representaban lo que ellos no permitían en su territorio y lo que eran capaces de lograr por su territorio aún con diferencias latentes entre ellos mismos. La vida se deriva de pequeños instantes, momentos minúsculos que no vuelven y que a pesar de las dificultades siempre te van ayudar a crecer y trascender, eso es lo que representa sumapaz para mi, un lugar de constante cambio pero que sigue preservando su cultura y sus costumbres, sigue construyendo su esencia.
SUMAPAZ por Mauricio Franco
Entre niebla, un frio impresionante y una energía casi cósmica que nos llevaba de un lado a otro, conocí uno de los páramos mas grandes del mundo. Empezamos nuestra travesía muy temprano en la mañana, esperando que el día nos alcanzará para todo lo que queríamos hacer. Los sonidos de un lugar tan hermoso, me regalaban la paz y la sensibilidad de entender que somos muy pequeños en medio de la majestuosidad de la naturaleza. Frailejones que llevan muchos años en el territorio, bordean el camino en carretera desde las veredas de Usme, construyendo una entrada de honor impresionante a este páramo grandilocuente que embarga la mirada ensoñada de sus habitantes y de sus turistas por medio de diversas muestras de existencia viva. Para mi Sumapaz es agua, es vida, es Paz. La historia de Sumapaz se remonta al periodo precolombino. Los páramos aledaños a la sabana de Bogotá que estuvieron ocupados por el grupo lingüístico chibcha. La parte de Tunjuelo así como los páramos adyacentes y la cuenca del río Blanco fueron predios de los muiscas, de los cuales los de Fusagasugá y Usme pertenecían a la confederación de los cacicazgos de Bogotá. Estos pobladores indígenas trabajaban la canica, cazaban venados y vestían mantas de algodón'. Para la cultura que aquí se desarrolló, los páramos adquirieron una importancia mítica: más allá de estas tierras frías reinaban los dominios de la nada. Dentro de este mundo desconocido y sobrenatural emergió y posteriormente se sumergió Bachué en la laguna de Iguaque .De otros páramos y otras lagunas hizo esta cultura lugares sagrados por prácticas finillo; siendo, la laguna de los. Tunjos., por ejemplo, escenario; de ceremonias religiosas. (Tomado de apartes tomados de "Diagnósticos Locales con Participación Social" de la Secretaría de Salud del Distrito). Jamas pensé estar en una ceremonia indígena dentro de una de las localidades de Bogotá, aún menos en Sumapaz. Pero a menudo encontramos nuestro destino por los caminos desconocidos que tomamos y en medio de esa gran laguna descubrimos una experiencia deslumbrante, llena de saberes, reflexiones y consejos sobre el encuentro con la tierra. Todo lo que nos brinda tan serena y delicada esta alli para ser protegida y amada. Energeticamente fue un despertar y sonoramente fue un nuevo trasegar entre lo urbano y lo rural.
Espero volver pronto y espero que ustedes puedan sentir mediante nuestro podcast la misma sensación de paz y de misterio que nos regaló este lugar.
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